SALA LEOPOLDO LUGONES
TRES
PROYECCIONES DE “LA FLOR”
De Mariano Llinás
A partir del viernes 21 de septiembre,
el Complejo Teatral de Buenos Aires y la Fundación Cinemateca Argentina albergarán,
en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530), tres
proyecciones de La Flor,
el monumental largometraje del realizador Mariano Llinás, rodado y editado a lo
largo de diez años. El film tuvo su lanzamiento en la última edición del Bafici
–donde resultó ganador del Premio a Mejor Película de la Competencia
Internacional– e inició su carrera internacional en los prestigiosos festivales
de Locarno, Toronto y Nueva York.
De catorce horas de duración, La Flor será exhibida en su formato de
tres partes durante tres fines de semana consecutivos. Las proyecciones de La Flor
se suman a su vez a la retrospectiva que el CTBA le dedicó al grupo
teatral Piel de Lava, parte esencial en la concepción del film, y coinciden con
las funciones de Petróleo, la obra
más reciente del grupo, en el Teatro Sarmiento.
“La Flor
es la máxima film fleuve: una década
de producción, cuatro actrices, tres continentes, seis capítulos, catorce
horas. Una notable y loca proeza de (y afirmación sobre) la narración, la
película de Mariano Llinás es un particular logro en el cine latinoamericano y
una de las películas más épicas y exuberantes del año. Trabajando nuevamente
fuera del mainstream con un grupo de
talentosos colaboradores de las comunidades cinematográficas y teatrales
argentinas, Llinás lleva aún más allá su interés por las narraciones
cinematográficas radicales exhibida anteriormente en Historias extraordinarias (2008). (…) La Flor
está impulsada por el carisma y el talento de sus cuatro protagonistas –integrantes
del colectivo teatral Piel de Lava–, Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar
Gamboa y Laura Paredes, quienes se reinventan en cada uno de los capítulos de
la película, cada uno de ellos maravillosamente realizado y adoptando géneros y
estilos completamente diferentes” (Andréa Picard, Festival de Toronto).
“Con sus catorce horas de duración (quizás la
película de ficción más larga de la historia del cine sin contar las
experimentales), La Flor es pura
épica, el deseo transformado en cine, la pasión por contar historias y, a la
manera de Las mil y una noches, intenta
ser una suerte de Scheherezade que eduque al ‘soberano’ espectador con sus
fantásticas aventuras y lo vuelva más humano, más libre, más ávido de
conocimiento. También, como le sucedió a la narradora de aquellas historias, La Flor puede ser vista como la
historia de una mujer (en este caso, cuatro) que entretuvieron, humanizaron y
engañaron a un rey persa durante diez años para dar como resultado una obra
conjunta y un pase de magia cinematográfico que nos fascinará por muchos,
muchos años” (Diego Lerer, Micropsia).
La Flor (2018)
Sala Leopoldo Lugones
Viernes 21 de
septiembre a las 14 y 19 horas, Parte 1 (225’ con un intervalo)
Sábado 22 de
septiembre a las 17 horas, Parte 2 (360’ con dos intervalos)
Domingo 23 de
septiembre a las 17 horas, Parte 3 (320’ con dos intervalos)
Sábado 29 de
septiembre a las 14 y 19 horas, Parte 1
Domingo 30 de
septiembre a las 17 horas, Parte 2
Lunes 1° de octubre a
las 17 horas, Parte 3
Sábado 6 de octubre a
las 14 y 19 horas, Parte 1
Domingo 7 de octubre
a las 17 horas, Parte 2
Lunes 8 de octubre a
las 17 horas, Parte 3
Sinopsis
Seis relatos: cuatro que empiezan y no
terminan, un quinto que sí lo hace y un sexto que acaba sin comenzar.
Ficha técnica y artística
Argentina,
2018
807
minutos (sin intervalos)
DCP
/ Color y Blanco y negro
Dirección:
Mariano Llinás.
Fotografía
y cámara: Agustín Mendilaharzu.
Montaje:
Alejo Moguillansky, Agustín Rolandelli.
Sonido:
Rodrigo Sánchez Mariño.
Música:
Gabriel Chwojnik.
Arte:
Laura Caligiuri, Flora Caligiuri.
Vestuario:
Carolina Sosa Loyola, Flora Caligiuri.
Asistente
de Dirección: Agustín Gagliardi.
Productora:
Laura Citarella.
Una
producción El Pampero Cine y Piel de Lava.
Con
el apoyo de Hubert Bals Fund, Visions Sud Est, Turner International, Universidad
del Cine, Mecenazgo Cultural.
Reparto
Elisa
Carricajo
Valeria
Correa
Pilar
Gamboa
Laura
Paredes
Palabras del director
Para todos los que participamos de su fabricación
(las actrices del grupo Piel de Lava, las personas que integramos El Pampero
Cine, pero también un sinfín de aliados que nos acompañaron en forma esporádica
a lo largo de todos estos años), La Flor
fue, más que una película, una suerte de época en nuestras vidas. En lo que a
mí respecta, puedo decir que fue una época maravillosa, y si algunos
comentaristas han calificado de Epopeya
su ejecución, tengo para mí que pocas epopeyas han de haber sido más gozosas para
quienes las llevaron a cabo. Fueron diez años de misterio y de riesgo, pero
también de sentir como pocas veces el vértigo del amor y la amistad, como sólo
es capaz de manifestarse en un grupo de personas que buscan desaforadamente lo
mismo, y están dispuestas a dar lo que haya que dar con tal de conseguirlo. Esa
alianza sucedió de igual manera en el aspecto psíquico y en el físico, y las
complejas fantasías de la trama del film no fueron más asombrosas ni más
imaginativas que los infinitos viajes, trampas y audacias que hicieron falta
para llevarlas a cabo. Audacia: acaso sea esa la palabra que mejor define
nuestro experimento. Una audacia alegre, embriagada, dominada por una
anacrónica voluntad de absoluto.
Y aquí hay una cuestión: ¿Qué hacer con el resultado
de semejante empresa, con esas catorce horas enciclopédicas, en tiempos en los
que la proyección cinematográfica parece obligada a reducirse a su mínima
expresión, en un mero oropel obsoleto que precede al momento fatal en el que
las mercancías cinematográficas encuentran su destino en las pequeñas pantallas
táctiles de los teléfonos o en las codificaciones líquidas del streaming? ¿Qué hacer frente a tanta
tristeza? Acaso nos quede, como única salida, aquello que mejor nos sale: la
elegante desobediencia. Convertir a nuestra Flor en un objeto díscolo, que se
niegue a ser un divertimento de living
o un electrodoméstico, que rechace la imperiosa exigencia de ser una cosa que
esté siempre disponible para combatir el aburrimiento de los adormecidos y los
cómodos. Convertir a nuestra Flor en una cosa que sólo se ve cuando se
proyecta; una cosa que sólo se ve cuando los astros se conjuran y la sala en
penumbras y la gran pantalla están dispuestas al ritual, y de algún lado
aparecen algunos dispuestos a juntarse a verla. En otras palabras, aquello que
hasta no hace mucho era conocido como ir al Cine.
No habrá Estreno para La Flor: No habrá una ocasión particular y primera en la que se
inaugure el objeto, y en la que se invite a todos, y en la que vengan los fotógrafos
y los periodistas para hablar de ella todos a un tiempo durante algunos días
para enfrentar después dócilmente la pendiente de la invisibilidad y el olvido.
No existirá esa fiesta: habrá proyecciones. No se estrenará nunca, y cada
proyección habrá de ser un Estreno, y cada vez el entusiasmo habrá de ser el
mismo, y otro a la vez. No habrá dos veces iguales: cada proyección será una
aventura.
Declarado nuestro propósito, ningún lugar aparece
más adecuado para inaugurar nuestra trashumancia que la Sala Leopoldo Lugones,
el lugar en donde todos nos hemos formado como espectadores de cine, y a la que
la Ciudad le debe el hecho de ser una de las grandes capitales cinematográficas
del mundo. Desde ese décimo piso se defiende la belleza de las imágenes con un
fervor y un compromiso que no he encontrado en mis largos peregrinajes por los
cinematógrafos de Europa y América del Norte. La Lugones es única. Es un honor
y un privilegio ser recibidos allí.
Están, como siempre, todos invitados.
Mariano Llinás
Agosto, 2018
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